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Después de la casa del fundador, es la construcción doméstica más antigua del parque, aproximadamente de 1842, inmueble vinculado con Domingo Crescencio Sarría Valdespino, hacendado trinitario que se estableció en la zona. Es una construcción atípica que rompe la armonía del resto de las edificaciones de la plaza. La casa tuvo funciones domésticas solamente vinculadas a la familia Sarría. Su propietario muere en 1878, la vivienda fue hipotecada y se pierde, tuvo varios propietarios, y es cuando José López la adquiere e instala en ella un comercio para dulces y vinos, conocido como El Jerezano. Al triunfo de la Revolución pasa a ser el almacén de gastronomía. En los años 70–80 del siglo XX es rescatada como mesón El Palatino, especializada en la venta de vinos y quesos. Actualmente pertenece a la Corporación Cubanacán, manteniendo el color ocre de sus paredes y el azul y blanco de sus puertas y ventanas. Es un inmueble que prestigia la ciudad y su vínculo con la Trinidad del siglo XVIII. Fueron operarios de esa villa quienes la construyeron, de ahí su influencia.